La pulga y la peste
Sin ese afán humano por conocer las formas, que no se detiene ni ante insectos tan poco apreciados como las pulgas, y sin la alegría que produce la contemplación de las figuras en su constante cambio, incluso en el seno del orden animal más diminuto, nunca se hubiese llegado a agudizar el ojo de tal modo que pudiese distinguir entre los muchos centenares de especies de pulgas. Entonces la pulga de la rata hubiese permanecido quizá desconocida, y nunca hubiese descubierto el hombre el papel tan nefasto que ese animal desempeña en la expansión de la peste.
Al igual que el tifus, la peste es una enfermedad e infecciosa y es producida por una clase de bacterias. Éstas son mucho más malignas que los bacilos de tifus. Yersinia pestis es la bacteria responsable de esta enfermedad. Esta enfermedad es de transmisión animal. Las bacterias de Yersinia pestis entran en el cuerpo humano por las picaduras, ingestión o contacto directo con tejido infectado.
Esta bacteria puede desarrollar en el cuerpo humano la enfermedad que se llama la peste bubónica, aunque también puede causar la peste neumónica o la peste septicémica aunque estas son mucho menos frecuentes. Una persona que haya sido atacado por la peste tendrá muy pocas esperanzas de salir con vida. En la India mueren anualmente por causa de la peste centenares de miles de personas. El contagio pude producirse de persona a persona. Se sabía además, que no solo los hombres enfermaban de peste, sino también los roedores y que esa epidemia se extendía rápidamente entre las ratas. Pero no se descubrió hasta mucho después el nexo causal existente entre la peste de las ratas y la peste humana, advirtiéndose entonces que la pulga de las ratas es el agente transmisor más peligroso de la enfermedad. Al chupar la sangre de ratas enfermas, ingiere también los bacilos de la peste. Éstos no solo permanecen vivos en el tubo digestivo de la pulga, sino que se reproducen también en su interior, a veces durante meses. Tanto con su picadura como con sus excrementos, la pulga puede expulsar bacilos de la peste, vivos y saludables, provocando así un contagio. Mientras que el contagio se produzca entre ratas, la cosa no nos afecta. Pero una gran mortalidad por peste entre las ratas implica necesariamente una epidemia de hambre entre las pulgas de las ratas, que han de buscarse otro tipo de alimento. Es muy grande el peligro de que pasen entonces al hombre en un número considerable. De ahí que una cruenta plaga pestífera entre las ratas sea a veces el indicio de una próxima infección pestosa entre la población humana.
Como ejemplo podemos citar los datos de la historia: en el siglo XIV entre 1346 y 1361 esta enfermedad ha matado a un tercio de la población de Europa. Otros datos dicen que esta enfermedad ha matado hasta 60% de la población de Europa (50 de los 80 millones de habitantes europeos) y 50 de 75 millones de personas en Mongolia y Rusia.