El ciclo biológico y metamorfosis de los insectos
Una vez realizada la fecundación, se forma el huevo. Éste puede ser esférico, alargado, cónico, de pares lisa, estriada, rugosa, viscosa y también de todos los colores. La hembra suele poner los huevos sobre un soporte: sobre plantas, tallos, hojas, flores, bajo las piedras, sobre los insectos, en el agua, la arena, la madera, los excrementos…Tras varios días de incubación, el huevo se convierte en una pequeña larva, que puede consumir o no el envoltorio y que buscará el sitio mejor adaptado para crecimiento. La larva pasa por una serie de mudas antes de alcanzar la edad adulta. Después de 4 a 20 mudas, según las especies, que puede producirse a lo largo de varios meses o varios años, la última muda dará lugar al imago, listo para reproducirse.
La metamorfosis es algo mágico: es el cambio irreversible indispensable para el completo desarrollo del individuo y la culminación de su ciclo vital. Se inicia con la muda ninfal, se continua con el estado de ninfa y termina en la muda del imago. En la realidad está definida por el conjunto de tres fenómenos sucesivos: el desarrollo de los órganos de imago (histogénesis), la destrucción de los tejidos larvarios (histolisis), la transformación celular común a la larva o al imago. En el paso de ninfa al imago, se aparecerán las células que servirán para formar el imago, puesto que son de origen del desarrollo de los órganos propios del imago. Durante del estadio del ninfa, las células se desarrollan, los apéndices toman forma y la pared de la ninfa se hincha hasta el punto de dejar adivinar, bajo su transparencia, la configuración final del imago. La última muda, en la que se produce una reorganización total, da lugar a una pupa (moscas), una ninfa (cárabos), una crisálida (mariposas).
En algunos casos la reproducción es partenogenética, es decir, que la hembra genera nuevos individuos sin que el óvalo haya sido fecundado.