Plagas de las casas
Se puede decir, que entre las plagas de las casas, los insectos son más frecuentes que, por ejemplo, los roedores.
En la naturaleza toda la materia viva sufre un proceso constante de transformación. Los vegetales, algas y algunas bacterias son los únicos capaces de utilizar la luz solar como energía para la elaboración de substancias orgánicas a partir de substancias minerales. Por ello los vegetales son llamados productores. Sirven de alimento a los consumidores, que son incapaces de utilizar la luz solar (animales, hongos). Por último, los descomponedores (animales, hongos, bacterias, protozoos) se alimentan de los cadáveres y de los excrementos de todos los organismos vivos.
Son relativamente abundantes y diversos los insectos pertenecientes al grupo de descomponedores que habitan en nuestras casas. La mayor parte de las veces no llegamos a verlos ya que son animales nocturnos y lucífugos, que se esconden de nuestra presencia, desarrollándose a nuestras expensas, consumiendo nuestros alimentos, destruyendo la madera de estructuras y muebles, devorando los libros, la lana de los vestidos y alfombras. Las plagas domésticas son el ejemplo más cercano de insectos que consideramos plagas por ser competidores nuestros. Compartir con ellos nuestra vivienda parece a muchos particularmente insoportable y algunos de ellos están revestidos de una orla de repugnancia o aversión, muchas veces histérica.
Cuando se habla de insectos que viven en las casas, quizás los primeros que vienen a la memoria son las cucarachas. Las cucarachas forman la familia de los Blátidos con unas 2.300 especies. Son insectos muy primitivos, que representan un modelo muy antiguo de insectos alados y carecen de metamorfosis completa (hemimetábolos). Unas pocas especies viven en las casas y almacenes (donde la temperatura se mantiene dentro de los límites aceptables).
Los Blátidos que viven en nuestra compañía son insectos de tamaño mediano o grande y de desarrollo lento. La más común es la cucaracha rubia (Blattella germánica); el tamaño de un centímetro aproximadamente y de color amarillento; tanto los machos como las hembras son alados y completan su desarrollo en un solo año.
La cucaracha americana (Periplaneta americana) mide de tres a cinco centímetros y es muy común en los puertos y en las bodegas de los barcos. A menudo sólo se la encuentra en las costas y, dado que utiliza los transportes marítimos para desplazarse, puede encontrársela prácticamente en todo el planeta.
La cucaracha negra (Blatta orientalis) de dos o tres centímetros de longitud, de color castaño oscuro brillante. Los machos son alados mientras que las hembras conservan unas alas vestigiales muy reducidas.
Las cucarachas son animales nocturnos, huyen de la luz y permanecen ocultos durante el día. Si se las somete a iluminación permanente acaban siendo activas las 24 horas del día, pero sufren un intenso desequilibrio fisiológico y acaban muriendo de cáncer. Una glándula situada debajo del esófago es la responsable de regular sus ritmos vitales y su secreción parece depender de la luz que el animal capta a través de los ocelos.
Son insectos con cierta capacidad de “aprendizaje”. Experimentos realizados con ellos demuestran que son capaces de resolver labirintos sencillos y de distinguir la derecha de la izquierda. Las cucarachas son omnívoras y se alimentan prácticamente de cualquier materia orgánica puesta a su alcance, sobre todo substancias farináceas y grasas.
Causan daños de despensas y almacenes por la que inutilizan mediante secreciones nauseabundas, regurgitaciones estomacales o heces. Son vectores de bacterias y organismos patógenos.
La chinche de la cama (Cimex lectularius) es un insecto de unos 5mm de longitud, de color anaranjado, áptero, con el cuerpo muy aplastado. Es una de las 75 especies de chinches que constituyen la familia de Cimícidos, todas ellas hemípteros parásitos del hombre y de otros animales de sangre caliente. Se alimenta de la sangre obtenida con su boca picadora-chupadora, pero no vive permanentemente sobre el cuerpo. Durante el día se refugia en los colchones, grietas de las paredes o en cualquier otro pequeño escondrijo de las habitaciones. De noche se desplaza hasta donde duerme el hospedador para conseguir su alimento. La digestión de la sangre puede llevarle varios días durante los cuales no se mueve de su escondite. La picadura de la chinche produce enrojecimiento y comezón. Al no vivir sobre los hospedadores, las chinches se ven obligadas a resistir larguísimos períodos de ayuno; algunos adultos han llegado a sobrevivir hasta un año sin alimentarse. La blancura de muchos de nuestros pueblos se la debemos a este insecto, ya que, para combatir esta plaga, en las zonas cálidas españolas se tenía la costumbre de encalar paredes y muros, tapando así los intersticios donde podían refugiarse las chinches.
Nadie ve con agrado que en su casa empiecen a aparecer las hormigas. Junto a algunas otras especies, con frecuencia se tratará especialmente de la hormiga negra Lasius niger, pero a veces también de la gran hormiga carpintera y parda, la Camponotus ligniperda o la Camponotus herculeanus. A estas hormigas les gustan golosinas, dulces u otras cosas comestibles que descubren en la búsqueda de la comida y, al descubrirlas en un lugar, volverán y aumentarán en número si no se toman medidas para impedirlo. Las hormigas pueden poner sus nidos en las paredes de las casas, dentro de las habitaciones, bajo los balcones o las escaleras del sótano, en madera, mueble viejo, detrás de los revestimiento de madrera, etc. Para terminar con ellas, el mejor resultado lo dan los cebos que contienen el biocida, ya que las hormigas los recogen y se los llevan a su nido. Y aquí las hormigas que han traído el cebo al hogar dan de comer a todos los miembros del hormiguesco, infectando todo el nido. De este modo, si empleamos adecuadamente los cebos venenosos, podremos aniquilar toda una colonia de hormigas.
Entre los insectos considerados como plaga existen las especies que atacan las carnes frescas o los restos más resistentes (pelo, pluma, cuero, etc).
Entre los primeros destacan las moscardas, pertenecientes a dos familias de dípteros: los califóridos y los sacrofágidos. Las larvas de las moscardas se desarrollan sobre cadáveres o excrementos y en algunos casos son parásitos severos de ganado. Entre moscardas califóridos más conocidas son la moscarda azul (Calliphora erythrocephala) y moscarda verde (Lucilia caesar), ambas de brillantes colores metálicos.
Los sacrofágidos presentan rayas oscuras y manchas cuadradas claras y oscuras. La más común es Sarcophaga carnaria o moscarda de la carne.
En la mayoría de las moscardas los huevos se desarrollan en una especie de útero de las hembras, de tal forma que cuando éstas se posan en un cadáver o un trozo de carne, depositan ya larvas vivas.
Las moscardas verdes y azules no sólo infectan animales muertos sino que son capaces de liberar sus larvas en heridas de ganado e incluso del hombre. Las larvas eliminan los tejidos necrosados y, gracias a una serie de principios cicatrizantes que poseen en el tegumento, pueden contribuir a la curación de heridas. Un masivo desarrollo de larvas sobre heridas puede conducir a la muerte.
Existen otros dípteros que atacan nuestros alimentos, como Piophila casei o mosca del queso, cuyas larvas infectan los quesos blandos. Aunque son apreciados por los buenos “gourmets”, su ingestión no siempre es inocua. La ingestión masiva de queso infectado con huevos o larvas produce calambres, vómitos, diarreas, aunque en poco tiempo los organismos son destruidos por los jugos gástricos y pasan a las heces.
La mosca doméstica (Musca domestica) es el díptero más frecuente en los hogares. Visita todo tipo de materia orgánica, incluidos excrementos y basuras, de manera que puede contaminar los alimentos con agentes patógenos, como virus y bacterias causantes de enfermedades intestinales: diarreas infantiles estivales, disentería, fiebres tifoideas y cólera. Las medidas higiénicas, sobre todo la recogida, traslado y tratamiento de basuras lejos de las viviendas, hace que su incidencia en la salud sea mínima en los países desarrollados.
Las pieles, plumas, pelos, etc. son los elementos más difíciles de descomponer. De ellos dan cuenta principalmente dos grupos de insectos: las polillas y los derméstidos, que llegan a ocasionar graves daños en productos fabricados con estos materiales.
A veces se designa con el nombre de polillas a todas las mariposas nocturnas de pequeño tamaño, pero este nombre suele reservarse para un reducido grupo de ellas: los tinéidos. Se trata de pequeños lepidópteros, de alrededor de un centímetro, de colores apagados y desvaídos. Algunos se desarrollan sobre diversos alimentos, como cereales, frutas secas, conservas o bizcochos y otros se alimentan de pelo, lana, piel, etc., siendo estos últimos los responsables de destrozos en tapicerías, mantas, abrigos de piel, etc. Los adultos no se alimentan, siendo las orugas las responsables de los daños.
Las polillas que se introducen en nuestras casas comen básicamente pelos y pluma. Estos elementos están constituidos por queratina, una proteína muy resistente al ataque químico y por ello muy difícil de digerir, lo que hace inaccesible para la mayoría de seres vivos. El cómo las larvas de los tinéidos son capaces de digerirla es una cuestión que ha atraído la atención de entomólogos y bioquímicos durante años. Se sabe que el ambiente del intestino de estos animalitos es extremadamente alcalino, con un pH siempre superior a 9, llegando alcanzar a veces valores de 12. Esta situación es excepcional en el reino animal, ya que los estómagos suelen ser ácidos. En estas condiciones la queratina de degrada fácilmente.
Los derméstidos constituyen un reducido grupo de coleópteros de formas más o menos ovaladas, con patas y antenas pequeñas. Por lo general son de colores oscuros, a menudo con el cuerpo recubierto de pelos o escamas coloreadas, con aspecto como de estar cubiertos de polvo. Las larvas son fácilmente reconocibles por su abundante pilosidad, en especial en el extremo del abdomen, donde forman una cola que recuerda un pincel.
Las larvas se alimentan de pelos, plumas, cueros, carnes secas, quesos, etc., mientras que los adultos prefieren el polen de las flores. A menudo viven en madrigueras o nidos de diversos animales.
Las larvas de muchos derméstidos, como las de los géneros Dermestes y Attagenus, atacan a la queratina y presentan mecanismos digestivos semejantes a los que hemos descrito para las polillas. Algunos Dermestes comen quesos y carnes curadas, como jamón y beicon. Las fases larvarias del antreno (Anthrenus verbasci y A.museorum) atacan las pieles y la lana así como la quitina que forma el exoesqueleto de los insectos , destruyendo tanto las colecciones entomológicas como las de mamíferos y pájaros desecadas, siendo importantes plagas de museos.
Otro grupo más o menos amplio de insectos de nuestras casas atacan substancias de origen vegetal. Unas utilizan como fuente principal de alimentos la celulosa del papel, otros la madera de muebles y construcciones. Entre los primemos se encuentran los tisanuros o lepismas, también conocidas como pececillo de plata.
Los tisanuros son un orden de insectos primitivos, con alrededor de 400 especies, carentes de alas (apterigotas) y metamorfosis (ametábolos). Viven normalmente entre la hojarasca y bajo de corteza de árboles, alimentándose de detritus vegetales. Algunas especies son frecuentes en nuestras casas, sobre todo en las bibliotecas. Las más conocidas son Lepisma sacharina y Thermobia domestica que atacan y destruyen básicamente libros, pero también cuadros y tejidos, sobre todo si la humedad ambiental es alta. Por eso es conveniente que las librerías no se encuentran cerradas con puertas de cristal o de otro tipo, sino que sean abiertas para que los libros estén bien ventilados y se mantengan lo más secos posibles.